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jueves, 20 de noviembre de 2025

Escudilla de Farro (cebada) 1758

Escudilla de Farro 1758

Escudilla de Farro 1758

    Plato nutritivo y poco común dentro de la cocina conventual franciscana del siglo XVIII. Hecha a base de cebada (farro), leche o caldo de carne, almendras y azúcar, esta escudilla se consideraba fresca y reconfortante, ideal para quienes necesitaban reponer fuerzas. Un ejemplo de cocina monástica y medicinal de la época.



Fuente: Nuevo arte de cocina, Altamiras, 1758


    La escudilla de farro es una preparación muy singular, poco utilizada incluso en las cocinas conventuales de los frailes franciscanos, según nos indica el propio fray Juan Altamiras. Esta receta forma parte de su celebérrimo libro "Nuevo arte de cocina"  de 1758, donde se recoge como alimento especialmente recomendado para enfermos, estudiantes y personas debilitadas.

El ingrediente principal es la cebada semi molida, también conocida como farro, que se cuece con caldo de carne o leche, y se enriquece con una pasta blanca de almendras majadas y azúcar. Altamiras advierte que esta mezcla debe hervirse solo un par de veces tras añadir el azúcar para evitar que se oscurezca.

    La receta admite variaciones: puede hacerse exclusivamente con leche de almendras para un resultado más claro y delicado, o con caldo de carne para una versión más robusta. Aunque su uso era excepcional, se recomendaba como una preparación refrescante y sustanciosa, especialmente adecuada para los estudiosos según la sabiduría de la época.

    Se trata de un ejemplo delicioso de cocina conventual funcional, con ingredientes básicos y propiedades reconfortantes. Una receta que, más allá de su sencillez, revela un profundo conocimiento dietético, medicinal y espiritual.

Tiempo estimado: 90 minutos
Dificultad: Media

🍃 Ingredientes:

Ingrediente Cantidad
Cebada (farro)4 onzas (112 g)
Almendras mondadas4 onzas (112 g)
Azúcar4 onzas (112 g)
Caldo de carne o leche500 ml (aprox.)
Agua tibia (para lavar el farro)cantidad necesaria

🧾 Instrucciones paso a paso:

  1. 1 Coloca la cebada en un cuenco amplio y sacúdela suavemente para retirar impurezas o polvo. Cubre con agua tibia y enjuágala al menos tres veces, cambiando el agua cada vez, hasta que salga clara y limpia.
  2. 2 Lleva la cebada a una cacerola y cúbrela con caldo de carne o agua según prefieras. Cocina a fuego suave hasta que los granos estén tiernos y el líquido se haya reducido y espesado ligeramente, formando una base cremosa.
  3. 3 Machaca las almendras en un mortero con un poco de agua templada hasta obtener una pasta. Cuela esta preparación con ayuda de una servilleta o paño fino para extraer la leche de almendra y añádela a la cazuela.
  4. 4 Incorpora el azúcar y mezcla con movimientos suaves para que se disuelva por completo. Deja que hierva solo un par de minutos más para integrar sabores, evitando que el azúcar caramelice o cambie de color.
  5. 5 Sirve la cebada caliente en cuencos hondos o tazones. Si deseas un toque extra de dulzura y textura, espolvorea un poco de azúcar por encima justo antes de llevarla a la mesa.

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