Marrons Mont Blanc 1935
Un postre refinado de la década de 1930, elaborado con castañas cocidas y nata montada. Inspirado en la repostería francesa clásica, esta receta destaca por su presentación en forma de corona con un centro de crema y cerezas confitadas. Ideal para ocasiones especiales.
Fuente: Revista Menaje nº 48, 1935
El "Marrons Mont Blanc" es una exquisita preparación de la repostería europea que remite a los salones refinados de los años 30. Este postre toma su nombre del célebre Mont Blanc, la cima nevada de los Alpes, por la forma de corona nevada que se recrea con nata y castañas pasadas por tamiz. En aquella época, las castañas confitadas o marrons glacés eran consideradas un lujo, muy apreciado en Francia e Italia, y llegaron también a las cocinas burguesas españolas a través de revistas de cocina como "Menaje".
La preparación requiere paciencia y cierta delicadeza, desde la cocción lenta de las castañas con leche y vainilla, hasta el montado final con la nata espesa servida con manga rizada. Es una receta que refleja la estética cuidada y el gusto por la presentación elegante de los años treinta, donde lo visual era tan importante como lo gustativo.
Perfecta para celebraciones invernales o banquetes de época, esta receta ha perdurado como símbolo de sofisticación culinaria y sigue siendo un deleite para quienes aman los postres con historia.
Tiempo estimado: 1 hora y 30 minutos
Dificultad: Media
🍃 Ingredientes:
| Ingrediente | Cantidad | |
|---|---|---|
| ● | Castañas | 600 g |
| ● | Azúcar | 75 g |
| ● | Azúcar de lustre | 35 g |
| ● | Leche | 1/2 litro |
| ● | Crema de leche (nata sin montar) | 1/4 litro |
| ● | Hielo picado | 1 kg |
| ● | Vainilla | 1/2 varilla |
| ● | Cerezas confitadas | 50 g |
🧾 Instrucciones paso a paso:
- 1 Comienza mondando las castañas: practica un pequeño corte en la piel y hiérvelas durante unos minutos para que se ablanden. Esto facilitará retirar la cáscara exterior. Una vez peladas, elimina también la segunda piel o telilla fina, procurando que las castañas queden totalmente limpias. Este paso requiere paciencia, pero es esencial para lograr un puré fino y sin restos.
- 2 Coloca las castañas peladas en una cazuela y cúbrelas con la leche, añadiendo la media varilla de vainilla abierta para que libere su aroma. Incorpora también 1/4 litro de agua para aligerar la mezcla. Deja cocer a fuego muy lento durante aproximadamente 1 hora, permitiendo que se ablanden por completo y absorban el perfume de la vainilla. Deben quedar tiernas y cremosas.
- 3 Diez minutos antes de finalizar la cocción, añade los 75 g de azúcar, removiendo con suavidad para que se disuelva bien sin romper las castañas. Finalizado el tiempo, escurre toda la mezcla, retira la vainilla y deja que las castañas se templen un poco antes de manipularlas. Deben quedar muy tiernas y ligeramente dulces.
- 4 Pasa las castañas cocidas por un tamiz o colador fino, presionando con una cuchara para obtener un puré suave y uniforme. Forra ligeramente un molde savarin (de corona) o simplemente humedécelo para facilitar el desmolde. Rellénalo con el puré de castañas y presiona bien con una cuchara para compactarlo y evitar huecos de aire. Deja enfriar unos minutos y vuelca con delicadeza sobre una fuente de presentación.
- 5 Para montar la crema de leche (nata sin montar), coloca la vasija sobre un cuenco grande con hielo picado, creando un baño frío. Bate la crema con varillas manuales o eléctricas hasta que tome cuerpo y comience a espesar. El frío es fundamental para lograr una textura firme y estable, típica de los postres refinados de los años 30.
- 6 Cuando la nata esté bien espesa, tamiza el azúcar de lustre encima e incorpóralo con movimientos suaves y envolventes. Coloca parte de esta nata montada en una manga pastelera con boquilla rizada y rellena con ella el hueco central de la corona de castañas, creando una presentación elegante y con volumen.
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